A NUESTROS SEÑORES
Olimpo y atalaya de
funestos moradores,
refugio displicente
de furtivas alimañas
donde tejen
clandestinas las siniestras telarañas
camufladas de
bondades, de limosnas y candores.
Señores, saciamos
vuestra sed con los sudores
convirtiendo sus
hedores en aroma de patrañas
y sus traiciones en
divinas concesiones. Pirañas
que con saña refinada
ejecutan los horrores.
A quien oiga le
conmino
a escuchar al
disidente
de este hacer
luciferino.
A callar al
complaciente
trepador de su
destino.
A quien oiga le
conmino
a gritar en voz
valiente
las miserias del
camino.
Tremendo escrito. Me encantó!!
ResponderEliminarMuchas gracias. Un abrazo!
EliminarBueno es gritar las miserias impuestas. Buenos versos. Saludos poeta.
ResponderEliminarUn saludo compañero!
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