DEMASIADO TARDE
Como Venus nacida de la espuma del alba
abrazan tu desnudez nuestras sábanas blancas,
blancos lienzos prendidos al pecho por tus manos,
manos tentando a ciegas la estela de mi rastro.
Iluminas el umbral de mi refugio y llamas
como el ángel destronado ante su dios clamaba,
con la esperanza postrera de no ser lanzado
a la eterna soledad por su fatal pecado.
En tinieblas derramas la tela que te cubre
y descubres los contornos de tus bellas artes
y a mis ojos vuelve aquella vieja incertidumbre.
Entre sombras vislumbras dos figuras amantes,
como lágrimas al mar tu sueño se diluye
al sentir que mi regazo no es lugar vacante.
Y ya es, amor pasado, demasiado, demasiado tarde.
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