LEJOS DE OZ
Destronado
de mi reino esmeralda,
sin
valor ni corazón y con la mente adormecida,
espero
que el ciclón voraz de mi desdicha
pase
indiferente a esta cabaña.
Soy
león que teme a la mañana,
al
reflejo del amor que fue sincero,
a
su acento que se cuela entre los versos
y
a la luna que se oculta en mi ventana.
Soy
de lata porque odio al que no calla,
a
las palabras derramadas en mi mundo,
a
quien condena a vivir entre sus muros,
a
quien sentencia en esta muerte anunciada.
Soy
de paja y ya no pienso en agua clara,
en
salir del fango y nacer de nueva entraña,
solo
pienso en despreciar al alba
a
quien robó la cicatriz de mi mirada.
Sigo
temiendo, odiando y borrando mi pensar,
sin
amores, obsesiones ni burdas ilusiones,
convocando
a las razones,
las
ajenas y propias razones,
a
comprender que solo quiero pasar
mi
último soplo lejos de Oz,
lejos
de su amable y dulce voz, lejos,
lejos
de la lucha y del amor,
y
morir tan solo yo pero lejos,
lejos
de Oz.
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