Encontré
mi sepultura
bajo
el lecho que ocupamos
donde
amantes despertamos
al
morirse cada luna.
Sueño
a veces que mi tumba
se
despierta de la muerte,
que
mis ojos van a verte
y
no encuentran tu figura.
No
podré jamás salir
de
esta cárcel que es morir,
ni
jamás podré volver
a
tus besos merecer
porque
no vencí al destino
y
ahora vago en los caminos
del
infierno sin tu rastro,
laberinto
sin tus pasos.
A
dos metros sobre mí
y
tan lejos de mis labios
recorriendo
este calvario
que
no saben reprimir.
A
dos metros bajo el lecho
donde
solo con mirarnos
comprendimos
que el milagro
era
amar después de muerto.
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