En la fecha terminal,
a la hora conclusiva,
cuando llega a su
final
esta marcha
trashumante por los pastos de la vida,
nada queda más acá
que expresarle a cada
cual
su adecuada despedida.
Las que entonan
afligidas, confidentes o marchitas,
despedidas
consecuentes, simuladas o sentidas,
despedidas elocuentes
o calladas despedidas.
Aquí van todas
aquellas
las que yo quisiera
dar,
con respeto algunas
ellas,
y las más con ironía
y un puntito de maldad.
Al enfermo prolongado
con aquel predicamento:
“ya descansa bendecido
por tan largo sufrimiento”.
Al enfermo repentino:
“tal vez fuere su destino”.
Al enfermo reposado:
“míralo, siguió soñando dormidito”.
Al enfermo acalorado:
“lleve paz con su descanso”.
Al enfermo imaginario:
“nadie esperaba este calvario”.
Al enfermo solitario,
unos puntos suspensivos
compondrán su
obituario.
Al enfermo en
multitudes: “tantas eran sus virtudes
y qué pronto han terminado”.
Al enfermo
adolescente: “por qué Dios no fue clemente”
Y al enfermo centenario:
“irá a un cielo de ilustrados”.
Al soldado disparado
por morteros de otro bando,
alabanzas más sonoras
cuantas más alto es el grado.
Al soldado
desconocido: “recordemos su destino
pues no habremos
aprendido si seguimos por sus pasos”.
Al hambriento de este
lado: “que no llegue yo a imitarlo”.
Al hambriento de otro
lado: “yo pensé que era delgado”.
Al hambriento
silencioso: “al fin halló digno reposo”.
Al hambriento
escandaloso: “ya dejó de ser famoso”.
A los niños: “será un
ángel en la gloria”,
A las madres: “¿quién
los cuida a ellos ahora?”
Al soltero: “tuvo
todo por delante”
Al casado: “dejó
familia y dos amantes”
Al enviudado: “ella
lo estará esperando”
A la viuda: “puede
estar segura
que otra arriba habrá
encontrado”.
Al amante: “un
donjuán quedó vacante”.
A la amante: “se fue
pura Dios mediante”.
Al amigo: “¿ahora quién
me escuchará?”.
Al contrario: “se marchó
un digno rival”.
Al suertudo: “Acabó
su estrella en vida,
que no la lleve, que me
sea concedida”.
Al gafe: “fue tu sino
pues marchaste
un día trece que era
martes”.
Al curioso: “al fin resolverá
lo que existe más
allá”.
Al orgulloso: “que
allá encuentre la humildad
ante el
Todopoderoso”.
Al cotilla:
“pobrecitos los famosos
que lo sufran allá
arriba”.
Al reservado: “No se
nota que ha callado”.
Al vengativo: “con la
muerte habrá revancha”.
Al obeso: “allí
estará a sus anchas”.
Al delgado: “al cielo
subirá flotando”.
Al político: ”que sea
nuestro adiós
lo último que lleve
de nos”.
Al político corrupto:
“valga la reiteración”.
Al ladrón: “ganó la
bolsa y perdió la vida”.
Al banquero: “ganó en
la bolsa y arruinó mi vida
con usura y con
esmero”.
Al modisto: “Dior lo
guíe en su último desfile”.
Al artista: “en su
última función
encontró nuestra
ovación”.
Al sabio: “Solo supo
que nada supo”.
Al necio: “se jactó
de lo que supo
aunque nunca nada
supo”.
Estas fueron
despedidas
las que a tantos les
daría,
mas espero que la mía
no me llegue todavía.
Y a quien quiera
despedirme
solamente le diría
que callara en ese
día
y que solo me
recuerde
como un pasajero breve
de este barco vagabundo
que encalló en el
otro mundo.