TEMPESTAD
Dibujando las
entrañas de mi propio autorretrato
hallé trazos de un
alma rescatados del naufragio.
Solitarios, navegando
en los olvidos
por el mar de los
errores y no pocos esplendores.
Recordando las
mañanas de un pretérito inmediato,
despertando en amalgama
de sudores y de abrazos,
sin horario,
respirando eternidad,
no supimos divisar
nuestra propia tempestad.
Recortando
anocheceres nos amábamos en calma
y cada vez más breve,
desprovistos de palabras,
nuestros besos nos
callaban y con ellos los placeres
de escucharnos las
miradas anegadas y silentes.
Y llegó la tempestad,
la que nos duele,
la que no sabemos
como viene, la que no se va,
la que arrasa sin mirar
como sal sobre la nieve,
la que enrosca las
entrañas en rencores y deviene
en floridas artimañas
que ya nunca se detienen.
Y llegó la tempestad,
la que nos daña,
la que clava su
guadaña en aparente frialdad,
la que hiere sin
hablar como hieren las migrañas
invasoras y calladas
a mi forma de pensar.
La que olvida
terminar, la que agarra.
Y se fue la
tempestad, y yo me sigo dibujando.
y se fue la
tempestad, y al momento de pasar
todo aquello se hace
extraño
pues me sigo
dibujando
entre noches
recortadas
por silencios y por
calmas
de otra nueva
tempestad.
Hermoso y mágico.
ResponderEliminarGracias por tus palabras! Un saludo!
EliminarMe ha gustado mucho!!
ResponderEliminarMe alegro! Gracias!
ResponderEliminar