MAR AMIGO
Me
acostumbraste a la ternura,
a
marinas auroras de arena y espuma
fundiendo
el hielo del anochecer…
Me
acostumbraste a la locura,
a
guiarme a ciegas por la luna,
y
dormir al cobijo del amanecer…
Me
acostumbraste, me acostumbrabas, me acostumbré,
y
aún mecido por el vaivén de la fortuna,
de
las olas indecisas, de la suave bruma,
del
infinito que no quise comprender…
sigo
prendido de tu hermosura
de
tus aguas salpicando con bravura,
de
los rayos que doraban esta piel…
Me
acostumbraste, me acostumbrabas, me acostumbré,
me
acostumbraste, mar amigo, y desperté.
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