VENUS Y MARTE
Venus,
etéreo sueño perfumado,
diosa
de melífera voz
que
mi alma sorda arrinconó
en
las sombras de un jardín desabrigado.
¿Por
qué me llamas
si
ya no puedo ser yo?
Marte,
sangre de mi orgullo mancillado,
dios
del ignífero valor
que
mi alma necia abandonó
a
los pies de aquel caballo desbocado.
¿Por
qué me llamas
si
ya no puedo ser yo?
Aquel
templado y amante ser,
aquel
que fue antaño, se quebró.
No
soy de nadie ni de mí,
me
alejé de vuestro canto y para mí
forjé este pétreo y exilado ser
que
aguarda solo y solamente la voz del ciprés.
Un
viajero aletargado
que
dejó el amor a cargo
de
los amantes rampantes,
y
la guerra al cuidado
de
laureados contrincantes.
Figura
fui en vuestras manos, inerte,
vulnerable
al antojo citereo,
amable
al llamamiento de un Marte arpado
fui
pluma al servicio del viento.
Mas
ahora
mi
campo de batalla he santificado,
ahora
es campo mío del mío descanso.
Mi
alma aprendió a ser desgarrado
y
me conserva del orbe alejado.
Mi
Venus, mi Marte,
ahora
vivo reposado,
ahora
muero en otros brazos.
Venus
mía, Marte mío,
esta
vida que fue río
este
pecho antes bravío
ahora
vaga en un navío
hacia
el mar que no regresa,
donde
cesa la belleza,
el
valor y solo reina
el
recuerdo, el olvido y este viejo yo
que
sin vos se aleja.
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