ADIRRIMANZA (III)
Quiero lo que no es querido,
nada pido, nada digo,
yo jamás hago distingos
entre ricos y mendigos.
Quiero lo que nadie quiere,
lo que nada suyo siente,
arrugados los escritos,
lo sobrante y lo marchito.
Sin el orden conveniente
todo fluye hasta mi vientre
esperando el día siguiente
que me arranquen lo yaciente.
Colgante o enclavada
siempre a mano del que pasa,
nada pido, nada digo,
yo jamás hago distingos
porque nunca tuve alma.
¿Qué soy?
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