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Flores Arrancadas son poemas que nacen de dentro y que es preciso arrancar para poderlos entregar en un lugar como éste.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Despedidas



DESPEDIDAS

 
En la fecha terminal,

a la hora conclusiva,

cuando llega a su final

esta marcha trashumante por los pastos de la vida,

nada queda más acá

que expresarle a cada cual

su adecuada despedida.

Las que entonan afligidas, confidentes o marchitas,

despedidas consecuentes, simuladas o sentidas,

despedidas elocuentes o calladas despedidas.

Aquí van todas aquellas

las que yo quisiera dar,

con respeto algunas ellas,

y las más con ironía y un puntito de maldad.

 

Al enfermo prolongado con aquel predicamento:

“ya descansa bendecido por tan largo sufrimiento”.

Al enfermo repentino: “tal vez fuere su destino”.

Al enfermo reposado: “míralo, siguió soñando dormidito”.

Al enfermo acalorado: “lleve paz con su descanso”.

Al enfermo imaginario: “nadie esperaba este calvario”.

Al enfermo solitario, unos puntos suspensivos

compondrán su obituario.

Al enfermo en multitudes: “tantas eran sus virtudes

 y qué pronto han terminado”.

Al enfermo adolescente: “por qué Dios no fue clemente”

Y al enfermo centenario: “irá a un cielo de ilustrados”.

 
Al soldado disparado por morteros de otro bando,

alabanzas más sonoras cuantas más alto es el grado.  

Al soldado desconocido: “recordemos su destino

pues no habremos aprendido si seguimos por sus pasos”.

 

Al hambriento de este lado: “que no llegue yo a imitarlo”.

Al hambriento de otro lado: “yo pensé que era delgado”.

Al hambriento silencioso: “al fin halló digno reposo”.

Al hambriento escandaloso: “ya dejó de ser famoso”.

 

A los niños: “será un ángel en la gloria”,

A las madres: “¿quién los cuida a ellos ahora?”

Al soltero: “tuvo todo por delante”

Al casado: “dejó familia y dos amantes”

Al enviudado: “ella lo estará esperando”

A la viuda: “puede estar segura

que otra arriba habrá encontrado”.

Al amante: “un donjuán quedó vacante”.

A la amante: “se fue pura Dios mediante”.

Al amigo: “¿ahora quién me escuchará?”.

Al contrario: “se marchó un digno rival”.

 

Al suertudo: “Acabó su estrella en vida,

que no la lleve, que me sea concedida”.

Al gafe: “fue tu sino pues marchaste

un día trece que era martes”.

 Al curioso: “al fin resolverá

lo que existe más allá”.

Al orgulloso: “que allá encuentre la humildad

ante el Todopoderoso”.

Al cotilla: “pobrecitos los famosos

que lo sufran allá arriba”.

Al reservado: “No se nota que ha callado”.

Al vengativo: “con la muerte habrá revancha”.

Al obeso: “allí estará a sus anchas”.

Al delgado: “al cielo subirá flotando”.

 

Al político: ”que sea nuestro adiós

lo último que lleve de nos”.

Al político corrupto: “valga la reiteración”.

Al ladrón: “ganó la bolsa y perdió la vida”.

Al banquero: “ganó en la bolsa y arruinó mi vida

con usura y con esmero”.

Al modisto: “Dior lo guíe en su último desfile”.

Al artista: “en su última función

encontró nuestra ovación”.

Al sabio: “Solo supo que nada supo”.

Al necio: “se jactó de lo que supo

aunque nunca nada supo”.

 

Estas fueron despedidas

las que a tantos les daría,

mas espero que la mía

no me llegue todavía.

 

Y a quien quiera despedirme

solamente le diría

que callara en ese día

y que solo me recuerde

como un pasajero breve

de este barco vagabundo

que encalló en el otro mundo.

 

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