ALAS DE CRISTAL
(Cabeza de
ratón II)
Tu nido fue ese cuarto vacío
y el cielo un socorro muy tardío,
así comienza, así lo escribo,
un relato que maldigo.
Érase una vez un niño
érase un fatal destino.
Tierno huésped de una vida
no esperada todavía,
¿por qué el llanto contenías?
presagiabas la agonía
de la flor recién marchita.
Madre ausente del consuelo,
madre presa de un desvelo,
en sus brazos un polluelo
y en sus ojos el silencio
que su pena va por dentro.
Érase una vez un niño
érase un fatal destino.
¡Despiadado porvenir!
tu cruzada conseguir
ser la llama del candil
que al viento quiere resistir
y alumbrar hasta morir.
Batió sus tiernas alas
creyendo que volaba
como hacía la bandada.
¡Cómo alzaba su mirada!,
¡cómo el pecho dilataba!
Érase una vez un niño
érase un fatal destino.
Él solo quiso llegar
a las nubes y mirar
las estrellas y soñar.
Mas los sueños de cristal
se esparcieron al quebrar.
Entre el deseo y el presente
hay dos mundos diferentes
uno ignora lo eminente
porque adora lo que tienes,
y el otro,… el otro es éste.
Érase una vez un niño
érase un fatal destino.
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