LA VOZ DE LA MISERIA
La miseria concedida
es veneno empobrecido
por aquellos que han vencido
en la rueda de la vida.
Merecemos un veneno
que nos pudra menos lento
y que alivie el sufrimiento
como alivia el mal ajeno.
Si nos quieren olvidar
que nos lleven al desprecio,
que retiren del trapecio
esa red a medio atar.
Un disparo y un lugar
donde no encuentre la luz,
una fosa tan común
como el alma que se va.
No nos deis alas de hierro
por limpiar vuestra mirada,
dadnos losas encajadas
en la tumba de este entierro.
No nos deis migas de sal
que alimentan las heridas,
caridades malvenidas
que se quiebran al llegar.
No nos deis una quimera,
un mal sueño al despertar
que hace solo contemplar
el futuro en una hoguera.
No me des una esperanza
en este mundo de papel,
inundaste ya mis pies
con tu sangre de venganza.
No me des lo que no pido
pues la mano donde escupo
es la misma que el orgullo
hizo ser lo que ahora he sido.
Déjanos morir en paz,
ser el pasto que pisar
tan podrido como el mar
que secaste a voluntad.
Que así sea,
porque así, así será.
Precioso poema. Me ha recordado esta crisis que ha venido para quedarse. Han querido llamar crisis a un cambio que seguramente fue muy bien estudiado entre despachos.
ResponderEliminarMuchas Gracias! Amén a tus palabras! Ese era el espíritu del poema. Muchas, muchas gracias!
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